Ignacio Carvajal/Vargas,Veracruz
A Erika Platas no la mataron por andar con malas compañías. No.
No le tocó porque andaba en cosas malas. Nunca. Ni pensarlo.
Ella era una mujer trabajadora
Una madre que deja a un hijo huérfano.
Un pequeño que está herido y que necesita a su mamá.
La violencia que corre en Veracruz sin freno se la llevó.
A ella y a su familia los atacaron a balazos ayer en Sayula de Alemán mientras esperaban sus alimentos en un restaurante.
Un grupo de ladrones les robó la paz a ella, a su esposo Viky Montero y al pequeño Víctor.
Ella murió intentado proteger con su cuerpo, con un abrazo, a su hijo.
Lo libró de las balas que ella recibió y le mataron.
Erika no era millonaria.
Era una mujer luchando con su esposo para lograr algo.
Él no era dueño de SuKarne, trabajó para ellos y ahora andaba por su cuenta.
Los que la mataron no saben el dolor que dejan atrás en un pueblo entero que hoy sufre el luto de su familia. Ella hija de don Avelino y doña Luisa.
Hermana de Nery, Panda y Cachetes.
Durante años ella trabajó en la ganadera de Santa Fe.
Tomaba su camión, sin privilegios, y madrugaba para llegar a tiempo para atender a los pequeños ganaderos que solicitaban facturas y guías para mover sus animales.
En ese ambiente conoció a Viky Montero. Ahí comenzaron a quererse.
Montero defendió a su familia hasta donde pudo.
Repelió el ataque y posiblemente hirió a uno de los responsables que en estos momentos está grave en un hospital.
Hoy una familia y un pueblo llora a una mujer asesinada cobardemente.
Descanse en paz Erika.